lunes, 4 de agosto de 2008

Que mi casa sea el mundo, y que el mundo sea mi casa.

Veo que Charles Darwin y Milton Friedman han entrado a tu corazón y tu mente.
En la calle vence el que es más fuerte, más hermoso, más inteligente, más talentoso y se reproduce, evoluciona. En la calle además hay un mercado económico, y las cosas son intercambiables, tienen valores, se subastan, incluso las personas tienen un precio y se intercambian a sí mismas de acuerdo a valores subjetivos que se asignan o "les" asignan.
(No porque tus emociones reafirmen tus actos significa que Adam Smith no los guíe a través de su mano invisible)
En mi casa no es así, es el jardín del edén y la música suena siempre, nadie tiene precio y nadie se intercambia por otro. Todos los que quieran son libres de entrar y salir cuando deseen, y ofrecer mucho, poquito o nada a cambio si los hace feliz dar.
¿Realmente quieres evolucionar, realmente quieres salir a la calle y verificar tu precio? Me pregunto si eso te hará feliz.
Después de muchos años las puertas de mi casa están abiertas.
Que mi casa sea el mundo, y que el mundo sea mi casa.

1 comentario:

Tomas Pavlovski dijo...

toda la hostilidad y el deschaveteo ya culminarán. Perdone la tontera mientras dure....