La luna es despojada de su poder, por medio de la rendición de las armas.
Solamente queda el néctar del que bebe el caballo convaleciente.
Mientras, se prepara para la larga travesía hacia lo desconocido, de la que volverá solamente cuando encuentre la muerte de su forma actual.
No basta solamente con imaginarse el viaje, o imaginarse el final reflexiona mientras las balas abandonan su cuerpo, y los campos de su hogar son visiones ya lejanas.
sábado, 29 de septiembre de 2007
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